Un síntoma de que ha llegado el verano es que ando descalza por la casa. En invierno, voy con calcetines: siempre intento evitar ponerme zapatillas. Y ahora que hace calor me encanta ver los piececillos de mi ratona moviéndose con ligereza de aquí para allá. Creo que es bueno no perder sensibilidad en los pies y darles un poco de libertad. Se les ignora demasiado y son los pilares que nos mantienen en pie, nunca mejor dicho. Se ejercitan los músculos, se reconocen texturas y me ayuda a relajarme. Cuando era pequeña e íbamos de viaje familiar en cuanto había un lago, mar, río... ahí me descalzaba y metía los pies.
En Alemania existe la costumbre de descalzarse cuando vas de visita a casa de alguien e incluso con este buen tiempo los niños y las madres se descalzan en el parque, supongo que para evitar llenarse los zapatos de arena. Es un contraste: o bien van con las botas de lluvia o sin nada en los pies.¡Poco término medio!
Después del baño, con la crema y el masaje, dedico a los pies de Sofie un ratito. Y en estos días de alegría solar en cuanto se tercia la ocasión.. Tradiciones de madres a hijas. No os podéis ni imaginar las ganas que tengo de pasear por la orilla del mar. Va a ser el primer verano en el que Sofie vaya dejando huellas en la arena.
otra vez unas mini huellas al lado de las más grandes,grabadas por un instante en la arena, hasta que la ola juguetona las atrapa y las hace partícipes de la inmensidad del mar. Qué momentos tan maravillosos e inolvidables y por suerte tan fáciles de repetir.
ResponderEliminarHaremos fotos para guardar esos momentos... ¡Ya queda menos!
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