Ayer, tras una mañana de juegos en casa, nos fuimos al parque después de comer. Como la noche no había sido muy buena, me dije a mí misma "Seguro que con la tripa llena de la fabada y el meneo del cochecito, se duerme la siesta". Pero, ilusa de mí, no fue así gracias a las interrupciones de chicos en monopatín que se cruzan, caídas de ciclistas con la bici e incluso helicópteros inoportunos. Sara y Santi se unieron en el parque y pasamos un buen rato. Fue divertido ver a los peques pasear con sus coches de muñecos por ahí como un matrimonio: intercambiándose los carros, dando besos a los peluches, ayudándose cuando alguno se caía...
Sofie estuvo en los columpios. Se agarra, se sienta fenomenal y se lo pasa pipa. También jugaron en el arenero con sus juguetes junto con otros niños. Había dos ya mayorcitos que se dedicaban a tirar la arena por los aires y, como era de esperar, una niña acabó con tierra en los ojos. Las madres de los respectivos estaban viendo a los niños jugar así pero no decían nada. Me llama la atención. Ni un aviso tipo: "cuidado" o "vas a dar a alguien". Aquí dejan libres a los críos para que investiguen, se desarrollen y demás, pero... ¿y cuándo se sabe que por una acción otro puede resultar dañado? Pues que solucionen los conflictos ellos. Tras el suceso los susodichos se marcharon. A la hora de recoger tuvimos que dar vueltas para recolectar todos los juguetes de los niños. Nos faltó el molde del delfín. Por más que lo buscamos no dimos con él.
Luego fuimos a Tante Astrid, un kindercafé cercano. Está bastante bien. Es grande, luminoso y amplio. La carta es muy escasa pero los niños pueden corretear y jugar con los juguetes que hay por ahí. También ofertan cursos para mamás, papás y niños y puede que nos apuntemos a alguno. Estamos planificando y viendo diferentes opciones para el curso que viene porque, al no tener guardería, alguna actividad queremos hacer.
Por fin Sofie se durmió de camino a casa y nos dio tregua a Carlos y a mí para tomar una cerveza en Braustelle, una cervecería fenómena de nuestro barrio. hacen la cerveza de forma artesanal y la cocina es buena. Creo que no he comido un Brezel tan rico como allí. Conocimos a una pareja hispano-alemana muy simpática y quedaremos con ellos dentro de poco. La verdad es que estamos ampliando el círculo de amigos y conocidos y eso facilita el que nos sintamos mejor aquí. Además se acerca el "buen tiempo"
Y ya, una vez bañada y cenada, canté las nanas a Sofie, la dejé en su cuna, se durmió ella sola sin llorar y del tirón hasta las 7. ¡Qué bien hemos dormido hoy!
¿Y vosotros? ¿Pasastéis un buen viernes?
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