Cuando una vive un aborto natural se plantea muchas cosas, a veces estúpidas y otras no tanto. Su entorno es indispensable para su recuperación. Los comentarios fuera de lugar hunden y no es suficiente decir frases típicas. La sensibilidad está a flor de piel. Hay que dejar que se exprese, llore y salga toda esa desazón interna. Si hay algo que me ha llamado la atención es la falta de tacto del personal médico por lo general. Ellos estarán acostumbrados a realizar este tipo de operaciones, a soltar el discurso de que esto ocurre en 1 de cada 5 embarazos, a echarte una charla que no te aporta nada porque no te alivia. Dicen "Ánimo" pero no lo viven en primera persona. Tú no quieres ser ese 20%, no ayuda escuchar "ahora me toca un legradito" mientras estás tumbada en la camilla del quirófano, ecuchar los pasos a seguir mientras todavía estás semidesnuda en la postura más vulnerable que se puede tener o soportar chorradas mientras estás esperando en la sección de urgencias.
Un poco de tacto.
No soy un número más en su estadística.
Soy persona. Soy mujer. Soy madre.
Ya ha pasado una semana desde que nos
dieron la noticia que ha marcado un antes y un después. Ha sido un
trance largo ya que hasta el domingo no me hicieron la intervención. La
recuperación física va bien. Con el apoyo de mi familia Sofie está más
que atendida y por suerte todo esto coincidió con las vacaciones de mi
marido así que le tengo pegado a mí.
La
parte anímica es más compleja. Estoy en una montaña rusa de
sensaciones, las hormonas revolotean alrededor y sólo deseo que pase el
tiempo para tener la herida cicatrizada. Seguirá conmigo pero sin
escozor formando parte de mi yo presente. Pero queda mucho por andar.
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